qué hago, cómo lo hago y por qué lo hago. las cosas que me pasan. una ventana. bienvenidos
miércoles, 29 de febrero de 2012
RVA - Post de un 29 de febrero (2012!!!)
Vaida nació en Lituania. Hace cuatro meses vive en Saint Vincent. Llegó para trabajar como profesora en la Richmond Vale Academy, una institución educativa para aprender sobre voluntariado.
La RVA nació en Dinamarca, pero en la actualidad tiene escuelas en otros países, entre ellos Estados Unidos y Alemania. Vaida estudió para ser voluntaria en la RVA de Dinamarca y ahora es “profesora”. Me dijo que ella no enseña, ella coordina el aprendizaje entre los voluntarios.
El lugar es como un hotel semi lujoso en la paradisiaca Saint Vincent donde jóvenes, principalmente de Latinoamérica, llegan por seis meses para aprender sobre pobreza y escases de recursos.
Luego son enviados a países en África u otros como Bolivia, Ecuador o Belice, para trabajar otros seis meses en proyectos sociales y ambientales.
Finalmente regresan a Saint Vincent para analizar lo aprendido. Los últimos seis meses.
Me dijeron que algunos llegan por vocación de servicio, otros por viajar, por conocer gente, por aprender idiomas, porque no saben qué hacer con su vida.
Cultivan sus propias frutas y vegetales, crían caballos, cerdos y cabras.
El costo para un curso de 18 meses ronda los $7,000.
Por si a alguien le interesa ahí dejo la dirección: www.richmondvale.org
Yo paso. Diversas razones.
¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨
EN CAMPAÑA PARA VER MENOS TV.
Dice Pierre Bourdieu en "Sobre la televisión" que "...al igual que el político y el económico, y mucho más que el científico, el artístico, el literario o incluso el jurídico, el campo pèriodístico está permanentemente sometido a la prueba de los veredictos del mercado, a través de la sanción, directa, de la clientela o, indirecta, de los índices de audiencia".
martes, 28 de febrero de 2012
Date with M.I.A.
Mi agenda para aquel jueves no podía estar más completa. Un día lleno de fortuna. De la que me predijo un pececito antes de salir de viaje. Días de millonario. Caribbean Days. Durante todo ese jueves hablé inglés. Yo ya cachaba algunas palabras cuando lo escuchaba en El Salvador pero nunca me había atrevido a hablarlo. Excepto algo entonado por el alcohol. En Saint Vincent me ha tocado speak. Bueno en realidad aquí me toca hablar tres lenguas: español salvadoreño, portugués brasileño e inglés caribeño (vincy).
Thursday morning
Me levanté temprano, desayuné como dios manda y me preparé un lunch. Me dirigía a un lugar desconocido donde me esperaba una lituana.
Abordé una van hasta Tokio, la central de microbuses en Kingstown, Saint Vincent. Imaginen una terminal de microbuses de Soyapango o Santa Tecla pero a la orilla del mar. El deschongue es el mismo: las vans esperan a que los vincentian de a pie se amontonen en su interior.
La van que lleva a Chateaubelair no sale con frecuencia. Cuando llegué un viejito chele me dijo “you´re lucky, I´ve one hour here and still waiting”. Tenía acento inglés.
Cuando finalmente la van arrancó el viejito gritaba tipo cobrador “Cható”, “Cható”, “Cható”. El conductor le habría dicho que no mucha gente va o viene de ese lado de la isla y que debe esperar por los pasajeros para que su negocio sea rentable.
Chateaubelair es uno de los poblados del lado francés de Saint Vincent. El lado menos urbanizado de la isla.
Lo que sí hay ahí son paisajes. Una estrecha callecita surca los cerros. Sube. Baja. Vuelve a subir y cada vez que llega a una cima, un paisaje del mar Caribe se abre para el deleite de la vista.
Antes de llegar a mi destino, la Richmond Vale Academy, caminé unos tres kilómetros contemplando el country side caribeño...
Thursday morning
Me levanté temprano, desayuné como dios manda y me preparé un lunch. Me dirigía a un lugar desconocido donde me esperaba una lituana.
Abordé una van hasta Tokio, la central de microbuses en Kingstown, Saint Vincent. Imaginen una terminal de microbuses de Soyapango o Santa Tecla pero a la orilla del mar. El deschongue es el mismo: las vans esperan a que los vincentian de a pie se amontonen en su interior.
La van que lleva a Chateaubelair no sale con frecuencia. Cuando llegué un viejito chele me dijo “you´re lucky, I´ve one hour here and still waiting”. Tenía acento inglés.
Cuando finalmente la van arrancó el viejito gritaba tipo cobrador “Cható”, “Cható”, “Cható”. El conductor le habría dicho que no mucha gente va o viene de ese lado de la isla y que debe esperar por los pasajeros para que su negocio sea rentable.
Chateaubelair es uno de los poblados del lado francés de Saint Vincent. El lado menos urbanizado de la isla.
Lo que sí hay ahí son paisajes. Una estrecha callecita surca los cerros. Sube. Baja. Vuelve a subir y cada vez que llega a una cima, un paisaje del mar Caribe se abre para el deleite de la vista.
Antes de llegar a mi destino, la Richmond Vale Academy, caminé unos tres kilómetros contemplando el country side caribeño...
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