miércoles, 21 de mayo de 2014

Rio

Brasil me está gustando, quizá demasiado. Hoy caminando en chanclas por el centro de Rio hasta me sentí carioca. La ciudad es tan maravillosa como dice la canción. Me abate porque uno es galgo y quisiera verlo todo, pero eso es imposible en un par de semanas. Estas son las primeras impresiones de apenas dos días en Rio.

Desde hace unos 10 años le tengo un cariño especial a Brasil. Me puse a estudiar portugués y a trabajar con brasileños. Me puse a escuchar MPB (Música Popular Brasileña) y me venía a dar una vuelta por aquí escuchando a Caetano Veloso. Me puse a comer feijoada con farinha. Me puse a “procurar” películas brasileñas y hasta adopté ese “procurar” en mi hablado. Hasta un negocio quise poner, una venta de jugos de frutas, como las hay tantas aquí.

Cuando la gente veía mi pasión por esté país y me preguntaban “pero ya estuviste por allá” algo aguebado les confesaba que no. Entonces me repreguntaban con la mirada “como es que te gusta tanto sin conocer”. Yo siempre respondí que no sabía el porqué de ese gusto y remataba que quizá algo me estaba esperando en Brasil.

Palacio Tiradentes, donde funciona el Congreso estadual de Rio.

Me he venido a buscar ese algo sin saber si lo voy a encontrar, sin saber si existe en realidad. Buscarlo o encontrarlo no me preocupa. Es tan especial que aparecerá o no de forma natural, supongo, quien sabe. Que llegue o no es algo que se lo dejo al viento.

En Panamá agarré un avión repleto de brasileños. Intenté dormir un poco durante las seis horas de vuelo y creo que lo conseguí, a medias, porque cuando llegamos al aeropuerto Galeão tenía aquella incomoda sensación de desvelo. Pero bueno, había llegado y aun así cansado me sentí feliz, chis. Me sellaron el pasaporte y me dijeron bienvenido.

Agarré un bus hasta el centro, desde donde caminaría hacia el hostal. En el trayecto me decepcioné. Vi basura en las calles, canales con aguas hediondas, comercios desordenados y ambulantes. La cara de mega cuidad fue llegando de a poco cuando el bus rodaba por la avenida presidente Vargas, comenzaron a aparecer edificios, calles amplias y gente enchaquetada. Ese es el Rio que tenía en mi cabeza, el que aparece en las telenovelas y postales.

Teatro Municipal de Rio, de los más bonitos en América del Sur.

Una hora más tarde llegué a Cinelandia, el ahora centro financiero de Rio. Este es un lugar que ahora me sirve de referencia. Ahí está el teatro municipal, una joya arquitectónica inspirada en el palacio de la Ópera de Paris, el cine Odeon y la biblioteca nacional, que por cierto están reconstruyendo. Se llama Cinelandia porque allá por los años 30 ahí estaba lleno de teatros, bares, cines y restaurantes.

Estoy hospedado en Mambembe, una casa antigua hecha hostal en el bohemio barrio de Santa Teresa. Afuera de la casa están arreglando los rieles del Bondinho, un pintoresco tranvía eléctrico, tipo los de San Francisco (CA), que recorre únicamente este barrio y que pasa encima de los arcos de Lapa, el acueducto que hace unos 250 años servía para abastecer de agua a la ciudad.

Arcos da Lapa. Al fondo, en forma cónica, la catedral de San Sebastian

Hablar portugués de veras me ha facilitado todo en Rio. No me quiero imaginar aquí sin esa herramienta y aunque tenía miedo por el acento o la rapidez con la que hablan los cariocas todo ha ido muito bom, beleza.

Es apenas mi segundo día aquí y me está gustando, quizá demasiado. Hoy salí a descubrir la ciudad sin nada más que un mapa. Entre otros lugares fui a la catedral de San Sebastián, el patrón de Rio, y al Real Gabinete Portugués de Lectura, donde vi un ejemplar de “Os Lusíadas” una epopeya escrita en 1572 por Luiz de Camões. Lusíadas significa “los hijos de Luso”. La obra habla sobre el pueblo portugués y sus expediciones a Oriente.

Después me fui a buscar el Paço  Imperial, un famoso caserón donde en antaño vivían los gobernantes de Brasil y que ahora es un centro cultural con museo y cafetería. Rio de Janeiro es la segunda ciudad más grande de este país, solo después de Sao Paulo. Fue capital durante la Colonia, el Imperio y la ahora República. Es hasta 1960 cuando se nombra capital a la planificada Brasilia.

Paço  Imperial, se terminó de construir en 1743.

Tomando fotos estaba cuando escuché el jelengue de una manifestación. Una más en estos días en Brasil. Esta vez se trataba de unas 500 personas apostadas frente al Palacio Tiradentes, el Congreso de Rio, protestando en contra del Mundial. Decidí quedarme y tomar unas fotos.

Se trataba de funcionarios del sector cultural de Rio. Ellos, al igual que los sectores de Salud y Educación, exigen que no se reduzcan las inversiones y los recursos en esas áreas a causa de movilizar millones de reales para las obras de los “megaeventos” (Mundial -Junio 2014 y Olimpiada – Agosto 2016). Ellos gritaban: “Da Copa, da Copa, da Copa eu quero mais. Eu quero mais dinheiro para saúde e educação”.

A mí la Copa, o el Mundial, no me interesan mucho. Faltan 22 días para el partido inaugural y aquí lo que se escucha es que algunos estadios y aeropuertos aún no están listos. En Rio, lo que han visto estos ojitos chinos, es que aún están pintando los arcos de Lapa y reparando el Bonde de Santa Teresa, cosas que debieron estar listas con mayor anticipación.

"Abro mão" sí abrir la mano quiere decir eso: pedir dinero.