jueves, 10 de agosto de 2017

Mamita

Querido Diario, mi abuela ha fallecido.

Repito que este blog es un diario personal. Escribo artículos que quizá no caben en los géneros literarios o periodísticos y que me brotan de las manos. Antes era además un ejercicio para evitar el síndrome de la página en blanco. Hoy es la necesidad de publicar mensualmente lo que considero más importante a mí alrededor.

Escribo sobre mis viajes, mi casa y mi vida. Hoy lo hago en memoria de mi abuelita quien nos dejó el pasado julio. Se fue un ser demasiado querido para soportarlo. Su partida nos ha dejado medio zombis. Es cierto, se fue físicamente, pero tengo la certeza de que la mamita sembró su ser en nuestros corazones. Que es ahí donde está ahora.

Abrazando al tío Lito en su fiesta de cumpleaños el año pasado

Oriunda del cantón El Volcán, en Sensuntepeque, Blanca Rosa Rivas iba a cumplir 81 años el próximo 31 de agosto. Era la mamá de mi mamá y desde siempre cubrió para mí la figura de abuela. Mi otra abuelita murió cuando yo era una crianza y apenas recuerdo su dulzura.

Sin embargo a la mamita la voy a recordar por un montón de cosas. La mamita nos enseñó, a mí y a toda su descendencia, a llevar la vida.

Unos días antes de su accidente cerebro vascular, la Blanca Rosa se estaba riendo del sinvergüenza del abuelo y de los pleitos de sus hijos. Estaba alegre y mantenía la versión oficial de los hechos. Así la voy a recordar, como una persona con humor y sabiduría.

Me pedía que le destazará los cerdos que con esmero engordaba. Todos los días hacía cuajada y no le gustaban los desperdicios así que los cerdos que mantenía engordaban en una semana según era la bebedera de suero.

La voy a recordar caminando en el patio, buscando mandarinas o mangos.

Riéndonos de las pasadas de don Salarrué o don Francisco Andrés Escobar.

Hablándole chiquito a Jando, su último nieto de apenas 16 meses.

Haciendo cuentas, la mamita tuvo ocho hijos, 26 nietos y diez bisnietos. Tuvo buena cosecha y yo me pregunto cómo puede una sola persona tener tanto amor para tantísima gente. Cosa de abuelos.

En la UCA durante mi graduación en 2005

Nos heredó tanto Blanca Rosa.

Yo me quedé con sus latas para quesadillas y la receta original. Ya tengo dos meses horneándolas y aunque aún no consigo su toque puedo decir que estoy en el camino.

Usted me dio el último empujón para encender el horno y ahora además de las quesadillas estoy haciendo pan diferenciado en Tamarindo casa sustentable, lugar que tanto le gustaba y me lo decía orgullosa. Lo hacemos con hierbas, afrecho de trigo y avena. Le habría gustado ese baguette mamita.

Con tía Esperanza en Ataco en 2010

Gracias infinitas a todas las personas que nos acompañaron en la muerte de mi abuela. Su partida ha dejado a la familia unida en un círculo de amor.

Por qué perder las esperanzas de volverse a ver. Por qué perder las esperanzas si hay tanto querer. No es más que un hasta luego. No es más que un breve adiós. Muy pronto allá en el cielo nos reunirá el Señor.

Hasta siempre mamita Blanca.