miércoles, 13 de agosto de 2014

Capoeira

Viajar es instruirse constantemente. Es como leer un libro vivo donde uno es el protagonista. Viajando llegué hasta el Pelourinho donde conocí la Capoeira: un arte multifacético que envuelve música, movimiento y harta tradición. Es una de tantas herencias de África que se catapulta al mundo desde Salvador.

Elevador Lacerda: Conecta ciudades Baja y Alta. Valor: R$0.15

Estoy en el palco de un caserón antiguo, frente a mí se desplaya el Pelourino con sus altas y coloridas casas llenas de puertas, balcones y ventanas. Al fondo se yerguen iglesias coloniales que posan frente al azul celeste del cielo.

Abajo, en la estrecha calle empedrada, retumba el son de la batucada mientras los turistas de pantorrilla chele se alborotan cual hormigas y disparan fotos con sus Smartphones.

Aquí mismo, hace 500 años, los portugueses quemaron pólvora y se instalaron en la Bahía de todos los Santos. Aquí comenzó Brasil. Aquí, en el centro de Salvador, mismo escenario de algunas historias de Jorge Amado,  escribo este post agostino y me tomo un café.

Pelourinhos eran columnas de piedra donde amarraban criminales.

Me gusta una canción de Zeca Pacodinho que dice “Deixa a vida me levar… vida leva eu”. Es buena filosofía para el viajante: Que te dejo el bus. No pasa nada, ya vendrá otro. Hay que pasarla bien durante la espera, los atrasos e incluso los inconvenientes. Dejar que la vida te lleve. Sin forzar nada, pero siempre con precaución.
   
Con esto en mente, salí de Piracanga cargado de energía hacia mi próximo destino: Salvador. Llegar de noche a una ciudad de tres millones de habitantes, donde nadie te espera y con advertencias como “no te descuides” claro que me llenó de miedo. Mi instinto, sin embargo, me pidió confianza. Consulté un oráculo que me dictó: sabiduría. Agarré camino. Chis.

Cinco horas de bus desde Itacaré hasta Bom Despacho, luego una hora más en el ferry que me puso en San Joaquín, ya en la ciudad de Salvador. Continúe de osado y en lugar de taxi abordé el autobús urbano hasta el mercado Modelo. Crucé la calle, entré al elevador Lacerda y un minuto más tarde lo había conseguido. Estaba en el Pelourinho. El corazón me latía con fuerza.

Viajando he desarrollado la habilidad de saber a quién preguntar. Hay que detenerse, respirar, hacer un análisis visual del lugar y de los sujetos, preparar las preguntas, la cara simpática y esperar el momento indicado. El destino me llevo a conocer a Iguana, francesa y practicante de Capoeira, quien amablemente me condujo a la Pousada Mestre Bimba.

Este visual me acompañaba durante el “café da manha”

Manoel dos Reis Machado (1900 – 1974), mundialmente conocido como Mestre Bimba es un ícono de la Capoeira. A él se le atribuye la creación de la Regional, estilo que toma elementos de la Capoeira Angola y otros estilos de combate africano como el Batuque.

La Regional además focaliza su eficiencia en los bloqueos, lo que la vuelve más dinámica, se enseña con facilidad y fue la primera en adoptar el birimbau como instrumento musical.

El legado de Bimba es conservado por sus hijos, en especial por el Mestre Nenel quien dirige la escuela Filhos de Bimba, donde con siete clases aprendía a gingar y algunas secuencias de golpes y defensas. Aprendía también que la astucia puede vencer a la fuerza y que en un combate, como en la vida, todo tiene su tiempo. 

Ginga se le llama al paso base de la Capoeira. 

¿De dónde salió la Capoeira? El término podría ser indígena y sugerir una especie de jaula. Se sabe que, mientras esperaban para abordar los navíos que los traerían al Nuevo Mundo, los esclavos africanos, en especial los angolanos que llegaron a Brasil, practicaban un juego, una danza, un tipo de lucha ceremoniosa que resultaba ajena a los portugueses y que les permitía mantener una conexión con sus raíces.
  
Ya en América, esta práctica se ocultó bajo sombras por temor a castigos, sin embargo, durante el siglo XIX comenzaría a ver luces ya en territorio y con toque brasileño, especialmente en el estado de Bahía, donde se concentra el mayor número de población afro descendiente de Brasil.

Sintiendo la necesidad de transmitir la tradición a nuevas generaciones, los antiguos conocedores de Capoeira incrementaron su enseñanza a inicios del siglo XX, pero aquel juego aun no era bien visto, sobre todo por militares, quienes metían en la cárcel a quienes lo practicaban.

El primer código penal de Brasil criminalizaba la Capoeira.

En los 30, con el empuje de famosos maestros como Bimba y Pastinha, la Capoeira es despenalizada y se le declara deporte nacional. A pesar de esto, continúo siendo una práctica exclusiva, en el sentido de que era aprendida únicamente a través de la observación en las “rodas”, o reuniones de capoeiristas.

Fue el maestro Bimba quien unos años más tarde fundó la primera academia de Regional que juntó personas de todas las edades y clases sociales. Pastinha continuó enseñando la Tradicional Angola y tuvo éxito en la formación de alumnos y nuevos maestros.

Mestres fundadores da Capoeira: Bimba e Pastinha. 

Desde los años 60, la Capoeira comenzó a gustar alrededor del mundo y en la actualidad hay cientos de escuelas donde se enseña. Aquí en el Pelourinho hay al menos 16.

El destino también me trajo en este tiempo para participar de la primera edición del evento Agosto da Capoeira. Un mes de clases abiertas (participé en dos), conferencias, homenajes y encuentros entre capoeiristas de todo el mundo reunidos en el Forte da Capoeira, aquí mismo en el barrio Santo Antonio, al lado del Pelourinho.

Además del pantalón y la camisa de la escuela Filhos de Bimba, me llevo de Salvador un nuevo saber, un baile con espíritu propio, un espíritu de libertad.
     
Axé!

P.D.: No conseguí publicar fotos de Capoeira porque infelizmente extravié mi cámara. Los recuerdos quedaron en el corazón.