Durante los primeros años del siglo XX, los cerros de San
Felipe fueron testigos de la crianza que Luis González y Francisca Hernández dieron
a sus ocho hijos. Adrián, el último de aquellos varones, se despidió de este
mundo a principio de mes. Él y sus hermanos, entre ellos mi abuelo, se
esforzaban para que sus desendientes se conocieran y mantuvieran contacto.
Conservar esa unión es nuestra mejor herencia.
Félix Adrián González Hernández nació en mayo de 1929. |
“Este es tu tío Fulano, hijo de
mi tio Mengano y estos son sus hijos, o sea tus primos”.
Esa es una frase común en cada reunión de los González y aun
así en el siguiente encuentro las introducciones o aclaraciones son inevitables.
Somos tantos que es díficil, sobre todo para los últimos, ubicar la raiz de
cada uno. Sin embargo, nos sabemos parientes, nos reconocemos en gestos,
miradas y hasta en formas de caminar.
En las últimas reuniones tío Adrián era una joya de más de
80 años y desde su silla de ruedas se le veía conciente de aquel estatus. Era
el sobreviviente de los polluelos de papa Luis y mama Chica, mis bisabuelos. O
sea que Adrián era mi tío-abuelo, hermano de papa Raúl, el papá de mi mamá.
Yo sé bien poco sobre estos ancestros.
El primer hijo del matrimonio González Hernández se llamaba Fausto.
Algunos de sus descendientes aun viven en las cercanías de San Felipe, en el
heróico cantón Santa Marta. Su familia sufrió el conflicto armado salvadoreño
más que las familias hermanas. Muchos perecieron mientras otros huyeron a
Honduras donde al menos uno se quedó y echo raices.
Juvenal, Raúl, Dimas, Adrián, Francisca, David, Ramiro, Fausto y Arturo |
Quienes mejor pueden contar la historia de estos hombres son
sus vuidas. A todas se les vio bien alentaditas en los actos funebres del
cuñado y seguro las vamos a seguir disfrutando por muchos años más.
Blanca, Goyita, Julia, Chepita, Rosita y Lidia. |
El sentimiento de conocernos y mantenernos en contacto está
vivo en las nuevas generaciones. Alguien tuvo la grandiosa idea de abrir el
grupo Familia González en Facebook y por ahí nos mantenemos en contacto.
Mama Chica era gorda. Adoraba abrazar a sus nietos. |