“Los admiro justamente porque son diferentes a nosotros. A
ellos les gusta el cuerpo propio. Nosotros descuidamos los nuestros. A ellos
les gusta viajar. Nosotros nos quedamos parados. A ellos les gustan las
aventuras. Nosotros perdemos nuestro tiempo en reuniones. A ellos les gusta el
jazz. Nosotros copiamos sin éxito el folclore. Ellos se ocupan de sí mismos.
Nosotros queríamos salvar el mundo. Con nuestro mesianismo casi lo destruimos.
Con su egoísmo tal vez ellos lo salven”. Pavel Zemanek a Ludvik Jahn, en La
Broma de Milan Kundera.
Ostrava, lugar donde el protagonista trabaja como minero como castigo por una broma. |
Estoy releyendo mis libros y este mes les traigo la "reseña" de éste que lo tengo en portugués y que me obsequió mi amiga Leda. Lo he
disfrutado más que antes. Tanto, que a falta de novedades, se los traigo como
post novembrino.
También me da chance para reflexionar un poco sobre una característica
que me he descubierto y que no siempre me ha llevado a buenos resultados. El
hacer bromas. Sin embargo, siempre me recuerdo haciéndolas y no creo que se me
quite la maña, como no se me quita lo González, por ejemplo.
A veces son un éxito, muchas risas y no pasa de ser eso: una
broma, pero a veces quizá no son momentos ni sociedades para bromas y más vale
ser un buen bromista y guardar consideraciones.
Y no es que las bromas sean divertidas solo para el que las
hace y no para el que las recibe. Es que hemos dejado de reír sobre nosotros
mismos. Es que ya no somos niños. Nos transformamos en adultos y como en una
selva nos toca sobrevivir.
Se llama La Broma porque al desafortunado de Ludvik, un
muchacho de unos 18 años, se le ocurre ser irónico con su novia a quien le respondió
sobre la devoción de ella a un pujante socialismo.
Jahn escribe en una postal: “El optimismo es el opio del
género humano, el espíritu sano hiede como imbécil. Viva Trotski!”.
Me gustan estos libros que te obligan a investigar. Cuándo o
como por qué iba yo averiguar quien fue León Trotski, y sin embargo, para
entender de qué va la cosa, me obliga a googlearlo y quedarme con el
conocimiento.
Pues bueno al mentado Ludvik lo expulsan del partido y de la
universidad, encima lo mandan a trabajar a una mina de carbón, ahí conoce a
Lucie un personaje enigmático que roba flores en los cementerios para él. Sí,
es una historia de amor también, que sin embargo fue prohibida por su valor
político.
República Checa está en Europa del Este y quien sabe que yo
vaya por esos lados. Con el libro pude ir de choto y hasta escuchar su música
tradicional.
Esto no es una broma, tampoco una reseña. Es mi idea para dejarlos picados para que
busquen y lean el libro.