Es la película surcoreana de la que todos hablan. He tenido
la suerte de tenerla en casa para ver dos veces todo el drama, suspenso y humor
negro que nos deja.
El director Bong Joon Ho tiene 50 años |
Esta historia escrita y dirigida por Bong Joon Ho se estrenó
a mediados de 2019 durante el Festival de Cannes donde ganó la Palm d’or, el mayor de los premios del
famoso festival francés.
Este mes también arrasó en la edición 92 de los
hollywoodenses premios Oscar. Ganó los cuatro premios más importantes: mejor
película, mejor director, mejor guión y mejor película extranjera.
Es de resaltar que es la primera vez en estos premios que
una película de habla no inglesa gana el premio a mejor película. Histórico
dirán los seguidores de estas competencias.
A mí me gustan estos temas porque es la oportunidad de
echarle un ojo a las producciones a nivel mundial, descubrir artistas,
deleitarse viajando con las historias que nos cuentan y aprender, porque no, de
ese producto cultural de masas, en fin, cultivar el intelecto supongo.
Pues bien lo primero que llamó mi atención al navegar un
poco en la red fue que el nombre de la película es Gisaengchung. O sea, el
titulo original se escribe en hangul, esos garabatos que son el alfabeto
coreano, pero ya romantizado queda Gisaengchung que se traduce: Parásito.
La película dice muchas cosas, pero cautivó mi atención eso
del nombre. Me hace reflexionar sobre la dependencia que tenemos entre humanos
en una jungla social. Como los parásitos, reyes de la sobrevivencia, nosotros
también luchamos para encajar socialmente, creamos dependencias.
Una media sinopsis
La familia Kim está desempleada, viven en el sótano de un
edificio en la ciudad de Seúl, capital de Corea del Sur. Ki-woo, el hijo, tiene
un amigo que se llama Min, a través de quien consigue trabajo como profesor de
inglés de Park Da-hye, la hija de una familia acomodada. Ki-woo logra sin mucha
dificultad meter a trabajar en la casa de los Park a su hermana Ki-jung
haciéndola pasar como una experta en terapia artística para el inquieto Da-song,
el hijo menor de los Park, un chiquillo de unos cinco años obsesionado a los
Scouts. Los hermanos Kim comienzan entonces a tramar todo para que sus padres
también trabajen para los Park. Primero el padre, Ki-taek, como un
experimentado chófer y luego la madre, Chung-sook, como una exclusiva ama de
llaves. La mansión de los Park fue diseñada por un famoso arquitecto de nombre
Namgoong, como muchas residencias en Corea del Sur, ésta tenía un sótano, de
los que llaman bunker, por miedo a bombardeos provenientes de su vecino y
hermano Corea del Norte. Ante su traslado a París el señor Namgoong vendió la
casa pero no informó a los compradores sobre la existencia del bunker. La única
que conoce la situación es Moon-gwang, la ama de llaves que acaba de ser
despedida y quien también fue ama de llaves del arquitecto. Un día los Park se
van de campamento por el cumpleaños de Da-song quien prefiere celebrarlos fuera
de casa. Los Kim aprovechan su ausencia y disfrutan de la mansión a sus anchas.
Pero también Moon-gwang aprovecha y regresa a la mansión, los Kim, aterrados,
la dejan entrar y ella va directo al bunker donde está su marido Geun Se, quien
ha estado escondido en el bunker durante cuatro años. La situación es tensa y
los Kim terminan revelando que son familia y que han engañado a los Park.
Moon-gwang les hace un video con el celular y amenaza con enviarlo a Yeon Kio,
la madre de la familia Park quien por su inocencia ha dejado entrar a todos los
Kim a su casa. Luego de una intensa pelea los Kim logran arrebatar la evidencia
al mismo instante que el teléfono de la casa suena. Es la señora Yeon Kio que regresa del campamento fallido, a
causa de una intensa lluvia, con toda su familia, están hambrientos y a ocho
minutos de casa…
Este es el punto más intenso y a partir de ahí esperen
cualquier final. No la voy a contar toda, véanla, se las recomiendo.
El film aborda
elementos muy simbólicos, como la familia, la dependencia a los celulares y el
Internet, el idioma inglés y la clave morse, el tema del olor, las necesidades
humanas más básicas, la credulidad, la confianza.
Me enseñó que en Corea del Sur los usureros te persiguen aun
después de cuatro años sin saber de tus rastros y que el conflicto entre las
Coreas está muy presente en la cotidianidad y que a pesar de ser serio se puede
hacer chistes al respecto.