Nunca más compré guineos! |
La vida me ha traído hasta este momento en el que dispongo
de una tarde de domingo para escribir sobre mí mismo, para sumar una entrada a este
diario personal.
Afuera hay crisis de salud, económica y política. Estoy
preocupado, de eso no hay duda, pero me reconforta saber que el estilo de vida
que he adoptado también me da la tranquilidad para poderme dar este tiempo.
Hace casi diez años renuncié a un sistema que me traía
abatido. Fue una decisión difícil y motivada por varios factores que no voy a
explicar aquí porque sería divagar mucho en cosas que ni siquiera yo comprendo.
La cuestión es que di el paso. Renuncié a un trabajo bien
remunerado, vendí mi carro, me fui a viajar, a vivir y a trabajar en otros
países, me volví a enamorar y sobre todo comencé un proyecto que es ahora mi
carta de presentación, es lo que hago, a lo que dedico todo mi esfuerzo físico
e intelectual.
Tuve mucho miedo, me sentí en la cuerda floja. Enfrenté con
necedad las críticas y encontré personas que me dieron las palabras de aliento
que necesitaba.
Cuando comenzaron a reconocerme por mi trabajo en Tamarindo,casa sustentable supe que había dado un salto cualitativo en mi vida, supe
que era capaz y que lo que pasara de ahí en adelante iba a depender de mí.
Evidentemente mi realidad y decisiones me han permitido
estar donde estoy. Tuve suerte de heredar una propiedad, de tener una buena
educación y una familia que me apoya. Suerte de no tener dependientes y de
tener solvencia económica.
Claro, muchos dirán que soy un suertudo y sí que lo soy. No
me estoy jactando de mi vida. Como todos, yo también tengo necesidades, pero
este silencio del que disfruto ahora mismo, el olor del café recién hecho o
comer un fruto de mi huerto es para mí la felicidad. La felicidad de estar
tranquilo aun en tiempos de crisis.
Mi trabajo no se ha visto afectado por la cuarentena. Hace dos
días sembré la milpa y todos los días doy un paseo por mi huerto para
atender a mis plantas que me dan comida. Mi business sí está cerrado, porque
pertenece al rubro turístico, pero en una casa como la mía el trabajo nunca
acaba.
No vivo únicamente de lo que produzco. No produzco sal, azúcar
o aceite, tampoco he logrado abandonar el café o las cervezas. Pero mis
gallinas ponen huevos todos los días y siempre hay algún arbolito dando frutas.
Cuando comencé aquí no había gallinas ni árboles frutales,
esto de ser sustentable es un proceso que no se logra de la noche a la mañana
y que requiere atención constante.