martes, 17 de junio de 2014

Brasilia

Piense en un país que es enorme en territorio y que su población está concentrada en la costa. ¿Cómo mover gente hacia el centro y hacia las riquezas que ahí se encuentran? Los brasileños se lo venían pensando desde la Colonia. El resultado tiene ahora 54 años y se llama Brasilia.

Eje monumental o cuerpo del avión.

En territorio y en número de habitantes Brasil se lleva el quinto lugar si se le compara con el resto de países del planeta. Estamos hablando de casi el 50% de Suramérica y de más de 200 millones de almas.

En su vasto territorio, de más de 8,5 millones de kilómetros cuadrados, hay desde selva tropical hasta desiertos. En el centro del país está la sabana, un amplísimo territorio con vastas áreas aun no exploradas.
   
A la vegetación que vive por ahí se le llama “Cerrado” y una de sus particularidades es que se encuentra a más de mil msnm. Ahí los árboles son bajitos, retorcidos y escasos. Ahí no hay lomas ni montañas, mucho menos un cerrito.

Uno que está acostumbrado a ver cerros por doquier se queda boquiabierta con la novedad. Ver a la tierra, igual que el mar, fundiéndose con el cielo en el horizonte es algo que no veo muy seguido.

La tierra ahí es colorada pero no por eso infértil. Hay muchos ríos y el agua lluvia se filtra con facilidad.

El clima es tropical de altitud y la temperatura media es de 21 grados. Al medio día el calor llega a ser insoportable pero al final de la tarde un suetercito no vine mal.

Hojas secas del Cerrado. Las pintan con spray para hacer flores. 

A pesar de la sequedad hay muchos ríos. La pesca es popular. 

Un enero, los portugueses llegaron a la Bahía de Guanabara y pensaron que aquello se trataba de un río. “¡Rio de Janeiro!”, pensaron, y aquello se fue quedando.

Cuando se fueron metiendo y comenzaron a descubrir minas de oro y otras riquezas pensaron en mover población hacia aquellos lugares.

Desde que la realeza de Portugal dominaba estos rumbos la idea de interiorizarse en el territorio ya estaba en la cabeza de los brasileños. Los curas hasta soñaban con una especie de tierra prometida llena de abundancias.

Luego Brasil comenzó a formarse como país independiente; sus capitales eran Salvador de Bahía y Rio de Janeiro, donde se concentraba la mayor parte de población.

La idea de hurgar en el país moviendo la capital, y con ello los poderes administrativos, continúo y se plasmó incluso en la primera Constitución.

Aquello que parecía utópico se arrastró hasta 1955 cuando un aventurado presidente asumió el compromiso de construir la nueva ciudad en el corazón del país. La contingencia requería planificación. La ciudad debía ser perfecta. Un modelo.

Ese presidente se llamaba Juscelino y fue él y sus allegados quienes decidieron construir Brasilia sobre una meseta al noreste del estado de Goiás.

Obreros de todo el país llegaron y se asentaron junto a sus familias en la metrópoli en construcción. Brasilia era la tierra prometida que los curas soñaron. A aquellos constructores les llamaron “Candangos”, apodo con el que aun hoy cargan los brasilienses.

"Os Candangos", monumento a los constructores de Brasilia por Bruno Giorgi

El diseño de la ciudad estuvo a cargo del urbanista Lucio Costa, quien llamó a su amigo Oscar (Niemeyer) para proyectar los principales edificios de gobierno.

El arquitecto le dio rienda suelta a su imaginación y diseño los exóticos monstros de cemento que adornan la capital. Brasilia es muy orgullosa de su arquitectura y se refiere a sí misma como una obra de arte a cielo abierto que tuvo al Cerrado como lienzo.

El plan piloto de la ciudad tiene forma de avión y una longitud de unos 13 kilómetros. En la “cabina” está la Plaza de los Tres Poderes, los ministerios y la catedral católica. En las alas norte y sur se reparten a perfección “supercuadras” habitacionales, sectores comerciales y sectores de ocio. 

Catedral Nuestra Señora de Aparecida, patrona de Brasil.


La ciudad se inauguró el 21 de abril de 1960 y es desde 1987 patrimonio cultural de la humanidad. Más de 2,5 millones de personas la habitan ahora y la convierten en la cuarta ciudad del país con mayor población.

Podemos decir entonces que la idea de mover gente se concretó, ¿qué hay sobre la idea de ciudad modelo?

El crecimiento no fue tan ordenado como Juscelino, Lucio y Oscar hubieran esperado. Las llamadas “ciudades satélites” no necesariamente van acorde al plan piloto y algunos problemas, de movilidad principalmente, afectan ahora a los candangos.

El gobierno recomienda hacer turismo en vehículo particular a causa de las largas distancias. Los autobuses no son tan frecuentes y el metro solo cubre una mitad de la metrópoli. Dicen que en Brasilia hay muchos carros porque ¡la misma ciudad los ha hecho necesarios!

La economía en Brasilia tiene su base en los servicios y son los servicios públicos los de mayor demanda. Hay miles de concursos para entrar en el sector, desde el agente policial de menor rango hasta diplomáticos con salarios y comodidades mayores a los de la presidenta de la República.  

La torre de televisión, de 224 metros de altura, es el punto más alto de la ciudad.

Viví unos días en Cruzeiro Novo, una de las primeras ciudades satélites de Brasilia. Imagine un lugar con decenas de edificios ordenados para suplir las necesidades residenciales de sus habitantes. Con parqueos, escuelas, parques, mercados… todo con el suficiente espacio pues en Brasilia nada es amontonado.

Cruzeiro Novo. Decenas de edificios de cuatro pisos.

Me gustó mucho la ciudad planeada y sus candangos. Lo único malo fue que la sequedad del Cerrado me tapó la nariz. ¡Estoy precisando entrar nuevamente al mar! Ahora en la costa de Bahía, en Arraial D´Ajuda, donde próximamente culminaré mi 32 aniversario y comenzaré a vivir la edad del Cristo.

!Planeada para ser inolvidable, hasta pronto Brasilia!

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