jueves, 7 de julio de 2022

Cuarenta

Cumplir años es ponerse viejo, es un hecho que no se puede negar. Este cuerpo, vehículo prestado para transitar en el mundo, se va poniendo frágil, así como cuando llegó. El tiempo vivido es lo único que somos y lo único que queda, lo bailado como dicen.

Disfrutando un sopón de gallina donde las "My friends"

Así que hoy me pongo sentimental para compartir algunos recuerdos, así como hace 10 años, y reflexionar un poco sobre estos cuarenta años vividos. Un post para celebrar a don Guayo en su fiesta patronal.

Una fiesta en la que me gusta pasar de incognito, al menos en redes sociales. En Facebook hace ratos eliminé la fecha de mi cumpleaños porque no me gusta responder a felicitaciones autómatas. Por otro lado, sí que agradezco los saludos de quienes recuerdan la fecha y me saludan con sinceridad y confianza.

En el día de mi cumpleaños me gustan los abrazos, el pastel de chocolate o el cheese cake, que me celebren de manera espontánea, tener el día a disposición para lo que se venga. No me gusta tener compromisos laborales ni sociales y por si al caso celebro todo junio con la excusa de mi aniversario, chis.

En el 2012 me lamentaba por no poder celebrar my birthday  en la casita de adobes. Tamarindo, casa sustentable existía solo en mi cabeza, era una idea, un proyecto que nacía y que ahora es una realidad.

Aquellos fueron tiempos de camping y fogatas, días de fuerza física, sudor y callos en las manos. Esta casa donde hoy escribo no se hubiera podido levantar sin la ayuda invaluable del maestro Mercedes y del fiel trabajador Amilcar.

Ahora es una realidad tener el escritorio frente a las ventanas donde lo imaginaba y poder dedicar unos minutos para escaparme al mágico mundo de la escritura.   

Ha llovido cantidad en estos últimos 10 años. Confié en mi instinto, me dejé llevar por el viento et voilá me convertí en un hombre de familia, me fui a la cama con una y me desperté con tres. Me hice papá y padrastro en la misma jugada.


Bautizo, Guacotecti, 03 - julio - 2022. 

Yo era un hombre aislado que adoraba vivir como siguanabo en el silencioso potrero. Ahora hay ruido en la casa, hay comida, desorden y felicidad. Es ahora que escribo únicamente cuando hay silencio, cuando mi esposa y mis hijas no están o ya están en vueltas de dormir.

La Eli es un libro que comencé a escribir el año pasado y que cada día se va poniendo más bonito. Un libro que ustedes conocerán y juzgarán con el tiempo. Yo voy como siempre, despacito y con buena letra.

Feliz cumpleaños para mí, estoy listo para otros cuarenta. Salud.