lunes, 17 de octubre de 2011

10 diyitas en Ometepe



Hoy cumplo una semana de vivir en Ometepe. Una semana que para mí ha valido por meses. Ocho días llenos de gente, idiomas, risas, comidas… Una experiencia que debo volver a vivir. Un lugar para Wampiros y Zombies.

Mi quinto y último destino en la inolvidable Nicaragua, Nicaraguita, fue esta isla. Un destino turístico de rigor lleno de sorpresas. En Ometepe hallé una finca orgánica de nombre El Zopilote. Una granja hippie recomendada por una amiga en Ataco.

Al mirar su Web, llamó mi atención el tema del voluntariado: por trabajar de 7 a 11 de la mañana te dan un “gran” almuerzo. Lo sé. No suena tentador. Sin embargo, trabajé la mitad de mi estadía y tuve la oportunidad de conocer a Matías, un campesino nicaragüense de 67 años que me contó mil historias y me compartió su sabiduría.

El viaje a esta paradisíaca isla inició en la ciudad de Granada. Luego: Chicken Bus hasta Rivas: 26 córdobas. Taxi hasta Puerto San Jorge: 20 córdobas. Lancha-Bus hasta Moyogalpa: 30 córdobas. Chicken Bus hasta Santa Cruz: 20 córdobas. Aventón hasta El Zopilote: Gratis. Total: 96 córdobas, casi $ 5.00!

Una vez en Ometepe, uno entra a un concierto de imágenes interpretado por dos volcanes: el Concepción y el Maderas. Dos colosos que cubren casi el 100 % de la isla. Una maravilla natural de 275 kilómetros cuadrados en el lago Cocibolca. Un chipuste de tierra encantado donde viven 35 mil nicaragüenses.

Al llegar al Zopilote, una amable chavala de ojos pispiretos me recibió como a un viejo amigo. “Aquí no pasan muchos salvadoreños”, me dijo la Gretchil mientras anotaba mi nombre en un cuaderno algo curtido. Check in. Me instalé en la cabaña Mono, una choza de madera y palma con una hamaca en el balcón. Un espacio íntimo en medio de la finca.

El Zopilote está lleno de caminitos, como rieles de tren que se atraviesan a cada momento. Por los caminitos van los habitantes de la finca. Personajes viajantes de Argentina, Italia, España, Chile, Costa Rica, Francia, Macedonia, Estados Unidos, Suiza, Israel, Bélgica y Alemania. Gente sencilla con ganas de platicar. ¿Cómo te llamas? ¿De dónde eres? ¿Hacia dónde vas? son a veces las preguntas suficientes para iniciar charla.

Aprendí mucho en El Zopilote. Fui a una colmena y le puse medicina a las abejas. Aprendí hacer muros de piedra y adobes de tierra, arena volcánica y rastrojo. Inventé las pupu-empanadas y aprendí a jugar “Cabeza de Mierda”. Pero sobre todo hice siestas, leí mucho, salí a caminar y contemplé puestas de sol… le dicen VIAJAR!

Me quedan aun unos días en El Zopilote. Falta poco para volver al camino mochila al hombro. Un nuevo destino ya me espera. Allá voy Montezuma, Costa Rica!

1 comentario:

Unknown dijo...

Que delícia ler sobre tuas aventuras!