Mientras el mundo celebraba el advenimiento de Jesús, el
Cristo, miles de caribeños en St Vincent, St Lucía y Dominica abandonaban las
celebraciones, y sus casas, en busca de refugio a causa de una inusual tormenta.
Renunciaron a la suculenta cena en familia para dedicarse a salvar
el pellejo.
El río Lady Jane desbordado. Foto: Searchlight Newspaper |
Se dice, que ha sido la peor catástrofe natural en la
historia de Saint Vincent and the
Grenadines. Entre las 9:00 p.m del 24 de diciembre de 2013 hasta las 5 de
la mañana del siguiente día, es decir, en aproximadamente ocho horas, el cielo
lloró 74 centímetros.
Esa cantidad de lluvia acumulada fue suficiente para cagarse
en más de 13,000 vicentinos, el 12 por ciento de la población.
La inusual tormenta, como le llaman, mató a nueve personas.
Otras tres se dan por desaparecidas, pero hace una semana han dejado de
buscarles. “Estaremos pendientes si algo aparece”, ha dicho el jefe de la
Marina.
La isla está triste, se percibe en la brisa, se escucha, se
piensa y repiensa en la desgracia. Todos la comentan, en el mercado, el
autobús, las oficinas, todos tienen una triste historia que contar, personal o
de algún conocido.
Colleen James pertenece a una de las mayores comunidades de
vicentinos en el exterior, vive en Canadá con sus cuatro hijos. Decidió que
pasaría Navidad en St Vincent con toda su familia.
La lluvia le arrebató a su hija menor y a su hermana.
La lluvia le arrebató a su hija menor y a su hermana.
La Policía les advirtió que abandonaran su vivienda,
encaramada en la montañosa comunidad de Cane Grove. Algún problema se le
presentó al grupo familiar al intentar acceder a la calle principal así que decidieron
tomar un atajo.
La correntada sorprendió a Kelsia James, de 18 años y
hermana de Colleen, quien acababa de iniciar estudios superiores. Su cuerpo fue
rescatado en un lugar no muy lejano de su comunidad.
Para la hija menor de Colleen, Sharlani Headley, de dos
años, era uno de sus primeros encuentros con el lugar de origen de su madre, sus
raíces, su Caribe, que le fue arrebatado aquella Navidad.
Peor suerte tuvieron cinco miembros de la familia Nanton que
perecieron bajo los escombros de su casa en Rose Bank, una pequeña villa en
North Leeward, tras un deslizamiento de tierra.
The Caratal Bridge in Georgetown. |
Unas 500 casas se inundaron. Se trata de familias que perdieron
sus haberes casi en su totalidad. El gobierno ha prometido responder a los
afectados incluso con electrodomésticos.
El 40 por ciento de la población va por dos semanas, y
contando, sin servicio de agua potable. Servicios como Internet y televisión por cable aun experimentan
fallas.
Camiones amontonan lodo a la orilla de la carretera y en
predios baldíos. Por donde se mire hay algún estrago de la catástrofe.
Aún hay 250 personas albergadas, la mayoría no tiene donde
ir. El río les llevó la casa.
Yo recuerdo esa hora cuando comenzó a llover. El viento traía
algo que no era legal.
El cielo se alumbraba a lo lejos, algo que no ocurre con
frecuencia aquí, donde no hay truenos y la lluvia va y viene cada media hora.
Aquel 24 la lluvia no cesó. Los ríos se hincharon y se
pasaron llevando a las vacas, a las cabras y a todo aquello que no estaba bien
asegurado al suelo.
El cariño que le tengo a esta islita, a sus mentadas
Granadinas y a los vincentians, me hace sentir tristeza por todos los afectados, principalmente por aquellos que
perdieron a un ser querido.
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