Si se queda, en 10 años nadie recordará este momento. Usar
mascarilla será algo natural y ya a nadie se le va ocurrir salir sin ella. Nunca
se nos va a olvidar como aún sucede y menos sentiremos vergüenza o pereza de
usarla. Estará reglamentada. Será un delito no portarla.
Las nuevas generaciones no se imaginarán una vida sin
tapabocas, no usarlas les parecerá una acción irresponsable. Más o menos como
hoy, quizá más, o quizá dejaremos de usarlas y nos liberemos de ellas, quién
sabe, creo que seguimos sin tener certezas de este virus que nos sigue matando.
Estamos en El Salvador, sobreviviendo a siete meses de pandemia.
Y si en el futuro, en toda nuestra vida pública usamos máscaras
que nos impidan por ejemplo el amor a primera vista, porque si eso existe hace
falta una sonrisa…
No sé, pero si se queda, se quedará también ese sentimiento
frio que deja el no saludarse alegremente con un abrazo. La mitad de nuestro
rostro estará cubierto para prevenir que el COVID, o cualquier otro virus que
venga, entre a nuestro cuerpo.
Será nuestro principal escudo, la industria seguirá
desarrollándose, los diseñadores y artesanos de mascarillas seguirán creando,
generaremos toneladas de basura compuesta de mascarillas y no habremos
aprendido nada.
No me lo van a creer pero en lo que va de pandemia no he
comprado ni una sola mascarilla. Ojo que sí las uso en lugares públicos o con
muchas personas. Lo que digo es que no tuve necesidad de comprar. Todas las que
tengo y he tenido han aparecido en mi vida alegremente como obsequios y
donaciones.
No me gustan. Pero de momento debemos usarlas.
Nuestras orejas que empezaron cargando solo aretes, ahora
también soportan el peso de los lentes, los audífonos y una o hasta dos mascarillas.
Nuestra especie desarrollará orejas más grandes y fuertes.
Aquí no teníamos la costumbre de usar mascarilla como en
China. Por machismo los hombres somos los que menos las usamos. Así que adoptar
la mascarilla, como algo que debemos usar al salir, no está siendo tarea
fácil.
Porque aunque no vemos cómo nos protege, sí lo hace al
impedir que estemos en contacto con partículas contaminadas. Aunque parezca
risible a mí me parece que debería haber campañas sobre su uso correcto.
Mi vecino Chevo estaba solo en el potrero arreglando un
cerco y usaba mascarilla. Yo que salí sin mi tapabocas a dar una razón donde mi
vecino lo saludé desde más de cinco metros y le pregunté por qué la usaba. “Para
que no se me pegue ese mal que anda dando”, me dijo.
Conversamos sobre las formas de contagio, los tipos de
mascarilla, su uso correcto… y de pronto se la quitó. Nos despedimos
amistosamente y me regresé pensando si hice un mal o un bien.
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