sábado, 12 de enero de 2019

Elecciones 2019

Este próximo tres de febrero los salvadoreños elegimos al presidente que gobernará al país hasta el 2023. A menos de un mes de las elecciones sé que quiero ir a votar, pero aún no sé por quién. Hoy quiero divagar sobre las opciones presentadas y la coyuntura que estamos viviendo en el Pulgarcito de América.


Carlos Callejas, Hugo Martínez, Josué Alvarado y Nayib Bukele

Quisiera que votar fuera una obligación. Que todos los posibilitados acudiéramos a las urnas para elegir a esos empleados públicos que tomarán decisiones por nosotros en el funcionamiento del Estado.

En Brasil por ejemplo ir a votar es obligatorio y si uno no emite el sufragio debe pagar una multa que es cobrada cuando se requiere un servicio público.

No creo que esto sea coercitivo sino más bien que se le da la importancia que merece.

Me alegro cuando mis amigos y familiares me dicen que irán a votar, que van a ejercer su derecho. También desconfío de quien no lo hace, por pereza, desconfianza o lo que sea.

Hay que ir a votar y ser como los buenos patronos que aplauden a sus empleados, pero también exigen el pleno cumplimiento de sus funciones.

Vengo de darme en la jeta con los presidentes que he elegido (Saca y Funes), pero no por eso voy a privarme de un derecho tan elemental.

Nadie tiene garantías de cómo será un candidato una vez esté sentado en el trono. Debemos seguir nuestra intuición y estar informados de sus propuestas y sus deslices durante la campaña. Creo en una conciencia colectiva que es la que al final decide.

Pues bien, veamos lo que hay. Pero antes quiero afirmar que me siento libre de decir lo que quiera, libre de equivocarme en mis opiniones, porque sinceramente, llegue quien llegue, mi vida poco o nada va a cambiar.

A mis 36 abriles sé que mis triunfos o fracasos dependen enteramente de mí, de mi familia, de mis decisiones y no de una simpatía política. 


Queremos que el TSE en serio “consolide la democracia” 

Quiero empezar hablando del fenómeno Nayib. A mí me parece que este tipo sí tiene nuevas ideas, en el sentido que su candidatura ha permitido que las opciones ya no estén polarizadas únicamente entre ARENA y el FMLN.

Sin embargo, su adhesión a GANA me parece  precipitada, sin desmeritar que seguramente aprovecha un momento histórico y político. Tampoco me gustan sus episodios de egocentrismo y su aparente cobardía al no participar en algo tan democrático como un simple debate.

Seguramente muchos están entusiasmados con el supuesto cambio en hacer política que dice representar y estarán gustosos en aportar económicamente para su amplia campaña. Si Bukele gana debemos estar atentos  entonces a su forma de retribuir a esos donantes y a su forma de gobernar en general.

Su fórmula la completa Félix Ulloa, un señor que no se ve que haga equipo con el mesías barbudo. Pero bueno, la historia nos demuestra que estás parejas presidenciales a veces son más disparejas que algunos matrimonios.

El DUI es el documento necesario para votar.

Hugo Martínez parece que fue un buen canciller y Karina Sosa también parece que se destacó como diputada. Sin embargo, sus perfiles se ven ensombrecidos por la cúpula ortodoxa del partido de izquierda.

Quizá los empleados o quienes históricamente siempre han votado por ellos lo sigan haciendo, pero para ganar tendrían que convencer a los no partidarios y no creo que apoyando a gobiernos como los de Nicolás Maduro o Daniel Ortega se logre ese fin.

Al Frente no le basta su hueso duro y eso quedó demostrado en las pasadas elecciones para concejos municipales y diputados. El Frente ya no es el partido de la gente, como solían decir.

Desde el ex presidente Funes hay un desencanto hacia el partido rojo del que no parecen levantar cabeza.


No se queden en casa, vamos a votar.

No creo votar por Carlos Calleja por el partido que representa. ARENA ha llegado al límite del descaro al maniobrar a su favor los casos de corrupción en los que son señalados. Y es que parece que su poder ha comprado todas las voluntades y se está gestando una hegemonía de la yo me pensaba ya liberado.

Lo mismo me pasa con Carmen Aída Lazo, ella se ve muy capaz y académica, pero sus padrinos del PCN son quienes la han propuesto y quien sabe cuales son los intereses de ese partido que baila la danza del mejor postor.

Ya pensaron además en un país dominado solo por ARENA. Ya pusieron al fiscal que querían y son fuertes sus influencias en el sector justicia. Yo quiero un país con poderes más equilibrados.

De Josué Alvarado, del benjamín partido Vamos, no voy a opinar nada. Su falta de seriedad al sacar un Buzz Lightyear en el debate y decir que “él no quiere ser presidente” me deja noqueado. Roberto Rivera Ocampo, su candidato a la vicepresidencia, se escucha interesante, ojalá no se desanime y continúe su carrera política.

Pues bien, ante este panorama desolador y lo que decía al principio de la obligación de ir a votar pareciera que me estoy contradiciendo. Que lo mejor sería anular el voto. Sin embargo, aún faltan unos días de campaña y debates con amigos y familiares para tomar la decisión final.

Como repito, se vale equivocarnos, lo que no se vale es dejar que otros decidan por nosotros.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Interesante tu escrito pues realmente nos lleva a analizar la situación a la que hemos llegado a no creer en nuestros gobernantes..... Debemos pensar y que nuestra elección sea de convicción propia haber que pasa

Eduardo Portillo dijo...

Sí, es triste no estar convencido a la hora de votar. Bueno ahora ya Bukele ganó y ojalá que gobierne diferente, en buen sentido, como prometió en la campaña. Saludos.