martes, 31 de diciembre de 2019

Boda de oro

Mis tíos Matilde y Luis cumplieron 50 años de casados. Su secreto para permanecer durante tanto tiempo juntos es la paciencia. El pasado 28 de diciembre en el Casino Amigos de Cabañas, en Sensunte, celebramos su boda de oro.

Mis tíos y primas junto a Marito Rivera 

El matrimonio Membreño – Portillo  vive en Texas, Estados Unidos. Se fueron a finales de los años 80´s  como tantos compatriotas que migraron en aquel tiempo, no solo por la guerra, sino también para encontrar mejores condiciones de vida. Al poco tiempo también se lograron llevar a sus hijas, mis primas Chayi, Pati y Ani.

La mitad de la vida de mis tíos ha sido en el país del norte, pero desde que son ciudadanos todos los años vienen a Sensunte para saludar a amigos y conocidos que tienen por acá. Una vez le pregunté a mi tía “por qué no van a pasear a otro país”. Me respondió que para ellos no hay nada más valioso que abrazar a quienes por aquí han dejado, entre ellos yo.

La fiesta fue memorable, se puede decir aquel cliché de “tiraron la casa por la ventana”. Yo serví como maestro de ceremonia y me divertí mucho. Es la segunda vez que hago ese trabajito en una boda. No es que sea un experto pero después de un par de drinks se me va el miedo escénico y entro en confianza.   

También valoro un par de comentarios que gente que no conozco me hizo esa noche con respecto a mi padre, quien partió hace más de 20 años. “Usted es hijo de David verdad… es que tiene mucho parecido con su papá”, me dijo una señora con una sonrisa sincera.  

Al 2019 le faltan seis horas para terminar. Yo no me quería quedar sin mi publicación mensual así que aquí les dejo este par de fotos sobre la boda de los tíos. Feliz año nuevo para todos allá afuera, nos seguimos escribiendo y leyendo en el 2020.

Un día antes del party. Afinando detalles.

lunes, 25 de noviembre de 2019

Bárbara


En un mundo dominado por hombres, Bárbara desobedeció a su padre, y a todo un imperio, para encontrar su verdad. El destino excepcional de esta joven la llevó a los altares cristianos. Es un personaje histórico que me invita a conocerle y a presentarlo ante ustedes. Es la patrona de mi pueblo Sensuntepeque, donde estamos recordándola.

Conocida como Bárbara de Nicomedia o santa Bárbara


Un par de horas en Internet son suficientes para recolectar algunos datos e imaginar la vibrante vida de Bárbara. Este no es un artículo riguroso en información sino más bien un acercamiento a realidades y leyendas distantes.

Bárbara era una hermosa veinteañera nacida en una familia noble romana. Vivió en Nicomedia, una de las capitales del imperio romano, entre los siglos III y IV. De esto hace más de 1700 años así que imaginen lo subjetivo que puede ser escribir al respecto.

Pues bien, la muchacha era como una princesa con todo a su disposición y de un talento superior. Amiga de la razón y el amor, Bárbara defendió sus ideas hasta la muerte y ahora posee los títulos de santa, virgen y mártir en la religión cristiano católica.

Fue su propio padre, Dióscoro, el que la decapitó cuando la joven tenía la maldita edad de 33 años. El padre, un fanático servidor del imperio romano, no soportó que su hija lo contradijera y abrazara la fe cristiana.

Ese mismo día que la mató, un rayo acabó también con la vida de Dióscoro. Justicia divida tal vez. El padre, ciego de angustia por la rebeldía de la hija, prefirió cumplir con las leyes humanas y cometió algo tan inhumano como el parricidio.

El culto a Bárbara fue confirmado en 1568, es decir que es oficialmente santa desde hace 451 años. Tuvieron que pasar más de mil años desde su trágica muerte para que la iglesia la reconociera como tal.

Con 300 años es la edificación más antigua de Sensunte  

Sensuntepeque es una población de origen lenca que habría sido fundada a finales del siglo XV. Un poco más de 100 años después, la pequeña aldea fue conquistada, en primera instancia, por pipiles quienes bautizaron el lugar como Centzuntepec, que se traduce como cerro grande.

Hace unos 500 años, los españoles llegaron por estas tierras, para conquistar, colonizar y someter a los nativos a la religión católica. Sensunte no fue la excepción.

La que hoy conocemos como iglesia Santa Bárbara, en el centro de la ciudad, se comenzó a construir allá por 1719. Es quizá el edificio más antiguo del pueblo.

Sin embargo, los frailes dominicos, encargados de inculcarnos la fe cristiana en estos lares, habrían decidido con mucha anterioridad que la santa patrona de esta tierra fuera santa Bárbara, por eso algunos mantienen que este 2019 estamos cumpliendo 410 años de estar bajo su rojo manto.

Me he quebrado la cabeza buscado algún indicio que me alumbre el por qué los dominicos eligieron a esta virgen para Sensunte de entre el nutrido abanico de santos que se manejan. Me doy por vencido y solo voy a decir que quizá los frailes pensaron que aquí el cielo tronaba mucho y que lo mejor sería dejar al pueblo bajo el patrocinio de la santa de los truenos.

Calle principal de Nicomedia en 1882, ahora Izmit (Turquia)

Pues bien, queda sin resolver exactamente desde cuándo o por qué santa Bárbara es la patrona de Sensunte. Ojalá este post toque las entrañas de alguien que maneje un discurso más certero y me comente. En lo que a mí concierne, prefiero seguir imaginándome la palpitante vida de Bárbara, antes de que llegara a estas tierras con sus dotes de virgen. 

Resulta que Nicomedia fue una antigua ciudad en la península de Anatolia, justamente donde hoy se ubica la ciudad turca de Izmit, a unos 100 kilómetros al este de Estambul. Cuando Bárbara vivió, el imperio romano dominaba gran parte de Europa y Asia y eran sus leyes las que regían la vida de todos.

La religión romana era, en alguna medida, tolerante con las religiones extranjeras y básicamente consistía en cultos privados, que unían estrechamente a las familias, y públicos, que estimulaban el patriotismo y el respeto al Estado.

Retar las leyes romanas en base a creencias religiosas era condenarse a muerte y fue justamente eso lo que Bárbara hizo. Esto podría haber pasado desapercibido si la joven no fuera la hija de Dióscoro, quien en aquel entonces era el sátrapa de Nicomedia, es decir el gobernador y representante del emperador. Pero el destino fue otro, lo de Bárbara era realmente escandaloso.

Poco se sabe de la madre de Bárbara, quien habría muerto cuando nuestra virgen era una niña así que su crianza recayó exclusivamente sobre el padre. Tan “especial” era Bárbara para Dióscoro que éste decidió encerrarla en un castillo para que la joven no se casara tan joven, pues creía que solo alguien muy afortunado la merecía y había que esperar con paciencia a esta figura.

Aun en su encierro, la joven fue educada por poetas y filósofos. Nada le faltaba, tenía doncellas a su servicio, una vida muy cómoda que le permitió cultivarse intelectualmente, sin duda algo extravagante en su época donde eran únicamente hombres los que gozaban de esos privilegios.

Durante un largo periodo de ausencia de su padre, Bárbara se convirtió al cristianismo, fue bautizada y con la mentira que querer un baño en la torre donde estaba encerrada, mandó a construir una tercera ventana, que para ella representaba, con un excelente camuflaje, la santísima trinidad.

Tras la decapitación, Dióscoro fue alcanzado por un rayo que lo mató

Dióscoro regresó y no tardó en descubrir lo que había pasado en su ausencia. Bárbara se mantuvo firme en su fe y cuestionó el modo de gobernar de los romanos, de quienes su padre era fiel servidor.

En aquel entonces, lo cristianos eran tratados con crueldad y se cometían abusos como matar a una esclava cristiana por el simple hecho de no encender el incienso a los dioses paganos, como Júpiter, a los que los romanos adoraban.

Bárbara habría insinuado que era absurdo venerar a un emperador, comentarios que llegaron hasta Roma desde donde se envió a emisarios para verificar aquellas deshonras. Dióscoro se vio obligado a probar su lealtad y a intentar, de todas las maneras posibles, recuperar el control sobre su hija.

Pero a Bárbara nada la hizo cambiar, se escapó con ayuda de fuerzas sobrenaturales, como cuando una piedra se abrió para que ella pudiera esconderse, pero al final fue capturada, juzgada y condenada a la decapitación.

¿Qué habrá motivado al padre para ofrecerse él mismo como verdugo? Quizá mostrar servicio a sus superiores políticos, que al final, igual que todos, vieron con horror el hecho de que un padre le cortara la cabeza a su propia hija.

Yo escucho sobre santa Bárbara desde mi infancia. Cuando llovía y tronaba duro mi madre decía “santa Bárbara bendita”. Es patrona en varios poblados de España y algunos en Colombia, México, Costa Rica, Venezuela, Perú, Ecuador y Panamá. En El Salvador patrona de mi querido Sensunte y no sé si de algún otro lugar.

Este próximo 4 de diciembre conmemoramos, el nacimiento o muerte (Internet no se pone de acuerdo en cuanto a esto) de Bárbara de Nicomedia, la joven que hace más de 1700 años soñaba con alcanzar un relámpago y fue fiel a sus ideas hasta la hora de su muerte.

Retrato de Santa Bárbara, por Francisco Bayéu, en 1767

jueves, 31 de octubre de 2019

Meditación

La meditación purifica al corazón. Esto fue lo que aprendí en un evento de la Organización Internacional Sathya Sai (OISS) al que asistí a finales de mes. El encuentro se realizó a orillas del lago Atitlán, en Guate.

“Para entrar al Nirvana el primer paso es entrar consciente al sueño”, Buda.

La OISS es un movimiento espiritual de origen hindú que tiene como guía las enseñanzas del maestro Sathya Sai Baba. La sabiduría de Baba ha llegado a muchos rincones del planeta, incluyendo a nuestro país y casualmente también a mi pueblo Sensuntepeque.

Fui Balvika, nombre dado a los hijos de los devotos, y continúo reuniéndome semanalmente con un pequeño grupo. A veces nos juntamos todos los devotos del país, de la región o del planeta.

Del 25 al 27 de octubre se realizó en un hotel de Panajachel un retiro que reunió a devotos de Guatemala, El Salvador, México y Costa Rica. El evento contó con dos invitados especiales: Edelio Sánchez y su esposa Tibisay. Sánchez, de origen cubano, es doctor en homeopatía y autor del libro “La autorrealización un camino alcanzable”.

“Ser santos no es el privilegio de algunos, es el deber de todos”, Madre Teresa.

La meditación es fundamental en las religiones y en las prácticas espirituales de la India. Para los devotos de Baba meditar es conectarse con Dios. Un acto donde se aquieta la mente para pensar de manera correcta y tomar decisiones adecuadas. Saber meditar nos acerca a la Realización, que es el objetivo de todo devoto.

Durante el retiro, Edelio nos habló de cómo mejorar nuestras meditaciones.

Empezó diciendo que el corazón determina al cerebro y no a la inversa como se creía. Esta afirmación ha sido confirmada científicamente, pero muy pocas personas lo saben.

Conscientes de esa realidad, nos dijo luego que el ingrediente más importante de la meditación es el amor.

Nos explicó que la variabilidad de la frecuencia cardíaca del corazón produce señales ascendentes y que esas señales forman ondas que pueden transmitirse. Así, aunque parezca increíble, los seres humanos somos capaces de modificar fenómenos naturales o sociales con el simple y complejo hecho de tener consciencia de esas transmisiones.

Esto funciona igual que las ondas electromagnéticas usadas en la radiodifusión, los teléfonos celulares o el Internet donde hay un emisor, un receptor y antenas para transmitir y recibir los mensajes.

Insisto, a muchos esto les puede parecer mágico, pero según Edelio hay investigaciones y confirmaciones al respecto en el campo científico.

 “Aquellos que me busquen sin descanso;
poseedores de verdad, rectitud y amor me alcanzarán”, Sathya Sai Baba.

Luego de ofrecernos ese contexto, Edelio nos ayudó a entender cómo mejorar nuestras meditaciones. Una de sus principales sugerencias fue ser cuidadosos con respecto a los alimentos que consumimos. “Si controlamos lo que comemos será más fácil controlar lo demás”, dijo.

La tradición hindú reconoce tres tipos de alimentos: sádvicos (equilibrio), rajásicos (pasión) y tamásicos (inertes). La alimentación para tener mejores resultados en la meditación debe ser sádvica. 

Esto va más allá del vegetarianismo o el veganismo. Una dieta sádvica es un régimen con el 80 % de alimentos crudos.   

Alimentos ofrecidos a Dios, puros, naturales y frescos. Semillas y legumbres germinadas. Una sola comida al día y nunca comida recalentada. Mucho cuidado con la forma de preparación, los utensilios y las intenciones de las personas que sirven la comida.

Como se imaginan, este régimen puede parecer una locura en nuestra sociedad, pero en India, y en otros lugares del mundo, hay mucha gente con un alto nivel espiritual que lo mantiene.

En lo personal, no creo cambiar de la noche a la mañana mis hábitos alimenticios. Entiendo esto como un proceso en el que es posible ir tomando conciencia con lo que uno se lleva a la boca.

Suculenta

Además de la alimentación, Sánchez sugirió que al meditar busquemos un ambiente tranquilo, sin interrupciones de ningún tipo. Sentarnos cómodamente colocando un aislante entre nuestro cuerpo y el piso (una silla, un cojín o incluso un pedazo de tela doblada).

Reposar las manos sobre las piernas en forma de Gyan Mudra, esto es juntar las puntas del pulgar y el índice para formar un círculo y extender los otros tres dedos, dejando la palma estirada.

Poner la lengua atrás de los dientes superiores y respirar tratando que el ritmo y la cantidad de aire al inhalar y exhalar sea el mismo, de forma natural. 

Lo siguiente es reducir el número de respiraciones. Si normalmente respiramos (inhalar y exhalar) diez veces por minuto podemos intentar reducir ese número a ocho, seis, cuatro o inclusive únicamente dos veces por minuto o hasta quedarnos en apnea (sin respirar).

Espero no haber dicho que esto de meditar es algo fácil o que yo sé hacer todo esto. Soy un devoto principiante, una simple criatura con muchos apegos y debilidades por superar. 

Sin embargo, es muy inspirador asistir a retiros como al que fui a Pana. Doy gracias por conocer una pizca de esta sabiduría y poderla compartir con ustedes, mis lectores.

viernes, 27 de septiembre de 2019

Comida

Aquí mostraré los frutos producidos en Tamarindo, casasustentable. Las siguientes fotos son una primera entrega del álbum que comienzo a nutrir este septiembre de 2019 y al que he llamado instintivamente Comida. 

Guineos majonchos

Ser sustentable alimentariamente es un reto para mí. Quiero mostrar y compartir esa alegría que me da cuando recojo la fruta o corto de mi huerto las especias para la comida.

Y sí, siempre tengo frutas orgánicas y frescas sobre mi mesa. Puedo desayunar guineos majonchos fritos, hacer unos tostones en el almuerzo y cenar el mismo guineo, pero quizás  asado.

Tengo ahorita arrayanes que es maravilla, los congelo así que tengo para un par de meses. Antier me comí una sincuya, lo sé para algunos suena a fruta exótica y lo es porque cada vez hay menos.

No sé qué es comprar  un limón y últimamente he descubierto lo buena que queda la limonada con hojas de hierba buena.

Si hago una sopa de gallina le puedo echar hijos de piña o jilotes recién cortados. Cuando quiero condimentar mis platillos, una cocina muy creativa por cierto, corro a las matas de albahaca, hierba buena, orégano, romero, alcapate…

También me da gusto tener aquí mismo mi farmacia personalizada. Mi mamá me ha metido en la cabeza que las plantas medicinales que uno necesita crecen en su propio jardín, en su frente. Yo me he creído la fantasía y he aprendido a respetar todo tipo de monte.

Doy fe que me he quitado dolores a puras chuponeadas de agua tibia con orégano y ya ni se diga lo bien que le hace el jengibre a mi rinosinusitis. Nada compro, todo ya está en casa.

Claro, me dedico al jardín al menos dos horas al día. Me digo que es más barato que la terapia.

Arrayanes, pura vitamina C

Como no compartir entonces las fotos de la fruta, que por cierto dependerán del mes; de la temporada. No habrá así repeticiones y al pasar un año tendré mi calendario completo.

O quizás no, porque las condiciones del clima cambian, porque a veces misteriosamente no hay cosechas, porque tus vecinos los pájaros pensaron en ayudarte a comer o porque alimentaste sin saber a un ejército de zompopos.   

Cualquier cosa puede pasar así que mejor no me comprometo. Pero intentaré sumar a este post las fotos de nuevos manjares naturales, espero acordarme.  

Me he comprometido sí a publicar un post en este blog cada mes. El viaje a Perú me aliviano bastante, pero eso ya paso. Es hora de volver a hablar de las cosas que me pasan, de compartir lo que me parece valioso de la vida.

Pensé en escribir de Antigua Guatemala porque fui hace poco, pero recordé que esto no es una guía de viajes. Algo de la independencia quizá, pero me dio gueba.

El acontecer nacional lo hacen ya los medios, a veces también yo lo hago, pero no deja de ser solo mi opinión y a veces me estresa; con el ejercicio de escribir pretendo otra cosa.

Podría haber sido también una recomendación de libro. Y hay uno que voy a recomendar, con el perdón del comercial, se llama “Abril rojo” del autor peruano Santiago Roncagliolo, trata una temática muy peruana, que no aplica para este post, pero que considero de lectura necesaria. 

Como casi se acaba septiembre, me toca obligarme, y como en los viejos tiempos, sentarme frente a la compu, frente a una pantalla blanca, y escribir. Redactar estas ideas que no siempre salen en orden.

Limones, hay indios y pérsicos 

Pues bien, debo decir que me inspira algo que me dijeron recientemente: “escribir es una acción sanadora”. No es que esté doliente, pero es otra fantasía que me gusta creer.

Así que sin tener claro el tema pensé en fotografiar la comida que produzco. Un tema banal y cotidiano, pero también tan básico e indispensable. Un tema del que se me antojo escribir.

Yo cultivo mi comida. No toda, obviamente, pero cada vez traigo menos vegetales del mercado porque tengo en casa varias cosas que necesito.

Han ido apareciendo con el tiempo, hay varios árboles  que han dado sus primeros frutos y estoy en la espera de más. Descubrir un fruto nuevo me dibuja una sonrisa y me hace sentir bien durante toda la jornada.

Al ser sorpresivos, los frutos, se deben cultivar de manera necesariamente alternativa, quiero decir variada. Hay que decidir conscientemente lo que se va a cultivar y lo que no. Observar los procesos, los tiempos, descubrir para qué es buena la tierra donde uno vive.

Yo prácticamente he dejado que árboles y plantas comestibles crezcan a sus anchas. Tengo espacio aun y por eso lo había permitido. Pero debo confesar que últimamente me ha tocado mochar las ramas de los palos que sembré hace nueve años.

Han crecido mucho y tienen que dar espacio a sus hermanos. Un sentimiento de tristeza me invade cuando los podo, así deben sentir los papás cuando les cortan el pelo a sus hijos la primera vez.

No hay buen macarrón sin albahaca

Guanábana

Mi dieta en la última semana

domingo, 11 de agosto de 2019

Peruanismos


El lenguaje es una cosa que me apasiona, las palabras y las formas de expresarnos siempre me han cautivado. Quizá por eso estudio idiomas y quiero entender los significados de palabras nuevas, incluso del mismo español. Hoy les traigo mi último post resultado del viaje al Perú. Una pequeña compilación de un vocabulario que ya no es desconocido.


En Perú no hay aguacates, hay paltas y son bien ricas

Dicen que el español de El Salvador y de Perú es de lo más estándar que hay en América Latina. Pero claro, en ambos países tenemos cientos de palabras que nos identifican y que dejan en la luna a cualquier extranjero.

Llegué a Lima sin prejuicios a la hora de hablar. Como “jalvadoreño” me vi en tierras incas diciendo bolado, cabal, chero… Entonces mis anfitriones aturraron la cara y me preguntaron qué era eso de “chero”.

Les expliqué que lo utilizábamos para referirnos a un amigo o conocido. Pues bien, para evitarme inconvenientes me advirtieron que en Perú eso se podía confundir con “cachero” o “cachera” en su versión femenina y que eso podría resultar ofensivo.

Una mujer cachera en Perú es una fémina a la que le gusta el sexo más de lo normal o que tal vez ejerce el honorable oficio de la prostitución. Dígase lo mismo de un cachero. Creo que lo seguí diciendo pero cada vez recordé que eso se podía prestar a confusión.

Pues bien ese es solo un ejemplo. Aquí les dejo un pequeño listado que hice, espero lo disfruten y quizá les sirva si algún día van por esas tierras.

·         Un Pata / un Causa: es la versión de chero de los peruanos, significa amigo, conocido, alguien. “Habla causa” sería dime amigo. No lo escuché en la versión femenina.

·         Ya pe: significa ya pues. Es muy usado, lo dicen todo el tiempo.

·         Cholo: el significado más certero es mestizo sin embargo tiene muchas interpretaciones y usos. Puede ser un insulto, como que te digan perro, oí a alguien enfadado gritarle a otro “cholo de mierda”. En su versión femenina puede significar empleada doméstica. También tiene su versión de cariño, una madre puede decirle a su hijo “tan lindo mi cholito”.

·         Estar hasta las patas: estar muy cansado.

·         Pituco: gente con dinero.

·         Misio: gente que no tiene dinero.

·         Caserito (a): amiguito (a), es muy usado en ambiente de mercado, “qué va a llevar caserito”.

·         Chibolo: cipote, niño.

·         Al toque: rápido, “se fue al toque”. También puede ser un poco: “espera un toque”.  

·         Huevón: maje, tonto, es muy usado entre los más jóvenes. “Arranca huevón”: vete.

Seguramente hay más peruanismos, estos fueron los que más oí. 

jueves, 4 de julio de 2019

Puno

Esta es la ciudad a mayor altura sobre el nivel del mar en la que me he paseado. Mucho frío y nuevos paisajes. A más de 3800 msnm inclusive me atreví a jugar fútbol y metí un gol. Navegué en el lago Titicaca y conocí la extraña vida de los Uros, quienes habitan sobre islas flotantes para mantener su pureza. Este es el antepenúltimo post sobre mi viaje al Perú. Bienvenides.

Un breve paseo en la Totora cuesta tres dólares. Los Uros viven del turismo

Después de Lima y Cusco, Puno era mi tercer y último gran destino en Perú. Se trata de una ciudad en las alturas de los Andes y a orillas del lago Titicaca; un lugar místico y de mucho folclor.

Quitando los momentos en los que padecí frío intenso puedo decir que mi semana en Puno fue un tiempo de regocijo, casi sagrado, que me permitió sentirme pleno, como un viajero que  se gradúa y va cómodamente descubriendo el mundo. 
  
Mi autobús desde Cusco se demoró ocho horas para llegar. Una mototaxi me llevó hasta la pequeña plaza de armas donde me encontré con mi anfitrión: David es un panameño – español que dejó su vida en Sevilla y desde hace cinco años se ancló en Puno y se dedica a la investigación mística y espiritual.

Festividad a la virgen de la Candelaria es patrimonio cultural inmaterial de la humanidad

De entrada me hallé en una casa de una familia puneña de clase media y muy educada. Me preguntaron sobre política, maras, futbol y otros detalles de El Salvador, no tocó más que hacerla de excelentísimo y plenipotenciario señor embajador, como ya me ha tocado en tantas ocasiones. Después de tomar café nos fuimos a casa.

David vive donde Andrés, este último es profesor de primaria y chamán, pero también es propietario de un hotel en desarrollo a orillas del lago. Es peruano y debe tener unos 60 años. Ha invertido dinero en su negocio y pretende vivir de él, pero le hace falta promoción y personal. A mí me ofreció trabajo pero yo ya tenía una ruta trazada.

Mi hospedaje estaba pues a 12 kilómetros del centro, en un poblado que se llama Ishu. Se trata de una zona rural a la que viene persiguiendo la ciudad. Está sobre la calle que lleva al sur, hacia el municipio de Chucuito. Yo como todo experto hasta de cobrador le hice en los microbuses.

Desde la habitación se dejaba ver el Titicaca. Su inmensidad que lanza destellos, como un espejo gigante donde rebotan los rayos de sol. También había muchas ovejas pastando, se veían casi salvajes pero tenían amarrada una pata. Toda planicie estaba cultivada, principalmente de papas, los cerros son pelones y están llenos de piedras filudas.

Ishu es el nombre de un tipo de maleza muy común en la campiña de Puno

Los agricultores de Ishu me convidaron a jugar fútbol. Acepté, pero cada cinco minutos dejaba de correr y respiraba como si el aire se fuera acabar. Mi corazón se quería salir y me arrepentía de semejante atrevimiento. Dos minutos después volvía a la cancha animado por la sonrisa cómplice de los jornaleros.

Un día antes la selección de fútbol de El Salvador le había ganado de chiripa un partido amistoso a su similar de Perú. Pensé que sería chistoso anotarles un gol y me lo propuse. Sus movimientos eran lentos y realmente creí que podía hacerlo. Aun siendo yo un maleta para ese deporte.

No me lo creo todavía pero les hice el gol. Les grité que era de El Salvador, lo creyeron y les dio más risa. Al final me invitaron a cervezas pero mi cansancio era más grave que las ganas de chupar.

Agricultores lavando cebollas moradas, muy comunes en el menú peruano

Pues bien, después de la instalación en el hotel de campo me dispuse a descubrir la ciudad. Iglesia cerrada, plaza pequeña, un mirador por aquí, un arco por allá… Lo realmente atractivo para los turistas que visitan Puno son las opciones en el lago Titicaca. Yo me conformé con una visita a las islas flotantes de los Uros.

Una isla que flota no se ve todos los días. Los Uros del Titicaca, el pueblo ancestral que habita sobre ellas, no quieren vivir en tierra firme aunque se pasen la vida construyéndose el suelo. Se llama Totora la planta que nace del lago y con la que se tejen las islas.

Ahí donde la Totora brota más tupida se van ellos a tejerla y forman una capa vegetal sobre la que construyen sus viviendas, que son de una sola habitación con paredes y hasta techo de la misma planta. Si veinte personas saltan a la vez la isla se balancea.

Una isla tarda meses en tejerse. Luego se desprende, como un pedazo de un gran pastel de Totora, y se mueve a conveniencia, normalmente junto a  otras islas ya pobladas donde se adhiere de forma natural. Las islas envejecen y se vuelven inhabitables. Cuando llegan a unos 80 años son abandonadas.

La etnia de los Uros se distribuye en el altiplano Andino (Argentina, Bolivia, Chile y Perú, )

Actualmente aseguran que hay más de cien islas y en cada una vive un aproximado de cinco familias. Están organizados para que cada una sea visitada equitativamente por turistas, que llegan los 365 días del año a conocer su  peculiar forma de vida.

Los Uros se dicen que no pertenecen a tierra firme, donde es caro vivir, son discriminados y no se respetan las leyes ancestrales. Afirman que el imperio Inca surgió del fondo del lago Titicaca e insisten en mantenerse lo más cerca posible a ese origen.

Esto a pesar de lo incomodo que a nosotros nos pueda parecer vivir en esas condiciones, donde se sobrevive del turismo y un poco de la pesca y la colecta de huevos de aves.

El sol pega fuerte sobre las islas de los Uros. No pude saber a ciencia cierta cómo le hacen con el sanitario o con la poca basura que podrían generar. Me arrepiento de no haberles comprado la artesanía fea que tanto insistieron en venderme.

Viajando he aprendido a capturar momentos en mi memoria más que a comprar un objeto recuerdo. Hay que viajar livianos para poder ir más cómodos. Los Uros nos demuestran que se puede vivir con poco cuando hay convicciones.

En este viaje me las apañé con  poco equipaje, tres calzoncillos y tres pares de calcetines ¡para un viaje de cinco semanas! Se puede, solo hay que perder la pena y demandar un lugar donde se pueda lavar ropa.

No gasté una pelota de jabón para lavarme la ropa durante cinco semanas

sábado, 8 de junio de 2019

Venezolanos en Perú

Migrar es un derecho humano. Porque el mundo es de todos y de nadie. Admiro enormemente a los migrantes que se abren caminos en cualquier punto del globo. Cuando fui a Perú desconocía el fenómeno migratorio que allá protagonizan los venezolanos. Sobre ellos va este post que necesito compartir.

El 80 % de venezolanos se quedan en Lima metropolitana (Lima – Callao) 

Lima, 10:00 AM. En mi camino del Callao hacia Miraflores, una pareja con una niña de unos dos años se sube al bus para vender dulces. Estoy acostumbrado a ver escenas parecidas en San Salvador. La diferencia es que su pedido de ayuda no era para tratar una enfermedad, ellos dijeron que eran venezolanos y que habían dejado su tierra para ofrecer un mejor futuro a su hija.

Me quedé mudo, me sentí un sinvergüenza afortunado que hacía turismo y que tiene la necesidad de huir, de cambiar de entorno cada cierto tiempo. Un afortunado con necesidades nada parecidas a las de los venezolanos del bus.

Desde entonces y con la cara echa nudo comencé a poner cuidado en ese fenómeno migratorio tan presente en estos días en la capital peruana, algo que desconocía totalmente antes del viaje. Los datos oficiales a abril de 2019 dicen que en territorio peruano viven unos 750,000 venezolanos.

En la calle la gente asegura que son más. A mí también me dio esa impresión y a partir de entonces me los encontré por todos lados. Después de Colombia, Perú es el país de destino de los migrantes venezolanos que huyen o buscan mejores condiciones de vida.

En Miraflores almorzaba en un restaurantito donde por 14 soles (unos $5) ofrecen lo que en El Salvador vendría ser un almuerzo ejecutivo. Una muchacha sonríe al cliente que llega y le ofrece a uno un lugar donde sentarse.

Mi amigo la llama por su nombre y ella gentilmente nos dice el menú. Me doy cuenta de lo bonita que es, además se nota que se ha maquillado y arreglado el cabello para desempeñar su trabajo como mesera.

“Me encanta ella porque es muy amble, antes había una peruana que era antipática”, se queja mi amigo y comenzamos a hablar sobre el tema.

Los venezolanos son la mayor comunidad de extranjeros en Perú, una situación relativamente nueva que desaprueba el 67 % de la población peruana. Algunos llegan a decir que les están quitando los trabajos.

Los “chamos” llegan y aceptan trabajos como meseros, domésticas, cobradores de microbuses o se quedan como vendedores ambulantes.

Esto no se puede generalizar porque sin duda también hay un buen número de profesionales que encuentran trabajos en sus áreas.

Sin embargo, se sabe que menos de la mitad ha obtenido su Permiso Temporal de Permanencia y sin ese documento se supone que no se puede trabajar. Pero la realidad es otra: todo venezolano en Perú trabaja o al menos pide dinero en la calle. Los xenófobos llegan a decir que todos los venezolanos delinquen.  

El gobierno de Perú presidido por Manuel Vizcarra considera como régimen ilegítimo al gobierno de Nicolás Maduro. Perú además encabeza el grupo de Lima que pretende junto a más de 12 países encontrar una solución a la crisis.

Recientemente el presidente Vizcarra dijo que no se ha ponderado el efecto real de la migración venezolana en su país.

Ahora, y dis que por reciprocidad, ambos países se exigen visas para entrar en sus territorios.

No hablaré de la crisis venezolana porque la desconozco, pero hay que admitir que nada alentador se dice al respecto. Esta crisis, que quien sabe cuándo comenzó, se ha puesto peor desde 2016.

Se calcula que el éxodo venezolano ha superado cualquier otro proceso migratorio a nivel mundial y que más de tres millones de personas han abandonado Venezuela a causa de la depresión económica o la persecución política de los últimos tres años.

En 2016 las autoridades migratorias de Perú únicamente registraban a 6615 personas de origen venezolano viviendo en su país.

Es decir que en poco más de dos años un millón de venezolanos han elegido a Perú como su destino para salir de Venezuela. Es pues en este siglo la ola migratoria más importante para ambos países.

Con otro peruano divagábamos sobre la belleza de las venezolanas. Él está convencido que las mujeres de Venezuela son más bonitas físicamente que las mujeres de Perú.

Me dijo que la fisionomía ancestral de los incas es imborrable en Perú y que muchos hombres comenzaban a preferir a las inmigrantes.

Una venezolana que trabaja como empleada doméstica me contó que a causa de eso se levantó el rumor de que las venezolanas eran portadoras de VIH.

Ella me aseguró que no aguanta más, que quiere regresar a su casa pronto pero que la situación en su país no se compone. Me dijo que no le gustaba Lima porque había mucha tierra y arena suelta y salir a la calle significaba ensuciarse los pies.

Cuando lo expresó quise reírme, pero me contuve. Ya había pensado lo mismo, pero yo estaba de paso y ella no tenía fecha de retorno, además tenía que trabajar de lo que fuera para sobrevivir. Me explicó que es originaria de algún lugar en la campiña venezolana donde el paisaje no es gris sino verde.

En Cusco encuentro venezolanos sentados en el suelo y con cartulinas donde han escrito básicamente “soy de Venezuela, ayúdeme”. Lo han anotado también en inglés para llegar al gran flujo de turistas internacionales que visitan esa ciudad.

Llego a un comedor en el centro de Ica y elijo comer unos macarrones verdes. Le pregunto al mesero qué llevan los macarrones, por qué son verdes. El muchacho, de unos 20 años, me dice que no sabe, que acaba de empezar a trabajar ahí y que es de Venezuela. Le dije que no importaba y le sonreí.

En poco más de un mes aprendí a reconocer a los “chamos” en la calle, a respetarlos por su aguerrida decisión de migrar. 

Conocí a un venezolano que ahora puedo llamar amigo y gracias a él comprendí muchas cosas que he querido transmitir en este post.

Ojalá algún día la situación en Venezuela se alivie y mi amigo pueda regresar a su país sin miedo.

viernes, 10 de mayo de 2019

Cusco


Esta ciudad es el principal destino turístico del Perú. Antes pensaba que esa afirmación era pretenciosa. Ocho días me bastaron para comprender que no es pretensión y que está fundamentado ir exclusivamente a Cusco. Aquí dejo algunos datos para viajeros que más que destinos turísticos buscan experiencias auténticas.

Plaza de Armas de Cusco


Desde Lima hay varias rutas para llegar a Cusco. La más común es volar, el costo de un pasaje ronda los $100. Luego se tienen los autobuses, los hay de todo tipo y precio. La ruta más común es descender hacia el sur, hasta Ica, y luego adentrarse en la cordillera de los Andes.

Los buses normalmente ofrecen tres tipos de acomodaciones que dependen del tamaño del asiento. Así los más caros son las butacas llamadas “camas”, también las hay semicamas o el simple sillón reclinable.

La ruta que había establecido no era vía Ica por lo que no podía tomar uno de esos buses directos que tardan 24 horas en llegar, pensé que sería cansado. Además quería conocer aunque fuera brevemente un par de destinos durante mi camino a Cusco.

Tomé un bus que tardó 10 horas para llegar a Huancayo. Salí a las ocho de la noche, me dormí, como todo mundo, y amanecí como a las cinco de la mañana, ya no a 100 msnm sino a 3400.

El temido mal de altura o soroche no me pegó de inmediato. Lo que me pasó fue que ambos oídos le hicieron “plup, plup” y quedé oyendo de otro modo.

Estuve dos noches en Huancayo una ciudad que me pareció loca a causa de los taxis. Hay cientos y funcionan como transporte público, les llaman colectivos y te cobran baratazo por atravesarte la ciudad.

Yo lo supe después, el primer día caminé mucho y tal como había leído mi cuerpo se puso lento, cansado y adolorido por la falta de oxígeno. Sin embargo, como sabía que mi tiempo ahí era breve, caminé a un par de lugares para aclimatarme.

Eso, más un tecito de hojas de coca resolvió mi problema, hasta  me sentía andino.

Parque de la identidad Huanca

Agarré un bus de día que atravesó más montañas y en ocho horas me llevó hasta Ayacucho. Un lugar histórico donde han ocurrido dos hechos importantes.

En uno de sus valles se desarrolló la más notable batalla de independencia de la corona española y fue además la cuna del movimiento conocido como Sendero Luminoso, ahí fue que mandaron a dar clases a Abimael Guzmán, el fundador de ese grupo que en los años 80 exterminó a miles de peruanos.

Aquí también comprendí la importancia de la papa en la dieta peruana. Vi y degusté la enorme variedad, ahí quizá también me empaché porque desde entonces ya no le hice tan buena cara.

En Ayacucho me hospedé con Severina, una abuelita cuya lengua materna es el quechua, que me abrazó y aconsejó como si fuera de su sangre. Otro bus nocturno me hizo amanecer finalmente en Cusco. Había llegado a la capital histórica de Perú.

Lapapa, lapapa, lapapaaaaa

Entre las montañas de Cusco se estableció el imperio Inca por lo que lo ancestral se percibe en el aire de la ciudad. También las iglesias y palacios coloniales, de estilo barroco y neoclásico, dan la sensación de haber retrocedido en el tiempo.

Cuenta la historia que el líder indígena Manco Capac le ordenó a un ave posarse sobre un peñón para establecer el lugar donde irían a vivir. Cuando el ave aterrizó en la piedra se hizo mojón y a ese mojón en lengua aimara le decían Qusqu. Los españoles lo tradujeron a Cuzco pero desde los años 70, y por lo menos en Perú, la forma más usada es Cusco.

Me hospedé en el Centro Cultural Harijan Mandir, ubicado en la esquina de la calle Nueva Alta y la Queswa. Es un espacio Hare Krishna donde hice voluntariado por una semana y tuve la sensación de compartir con viejos amigos.

El convenio era alojamiento, comida y participación en sus actividades a cambio de ayudar en la preparación y venta de pan. Cuando llegué había al menos 10 personas más. Peruanos, mexicanos, venezolanos, argentinos… a los hombres nos decían prabhús, así yo era el prabhú Eduardo, a las mujeres les decíamos madres.

Había que levantarse a las cinco de la mañana para bañarse y poder empezar cualquier actividad “sin impurezas de entes nocturnos”. A las cinco y media comenzaban a sonar un tambor y unas campanitas en el templo y antes de las seis ya estábamos cantándole a Krishna.

Se preparaba el desayuno y varias latas con empanadas vegetarianas. Debo confesar que está parte de la venta no me simpatizaba mucho pero al final la disfruté y me da risa recordarme pregonando, cual vendedor ambulante, “empanadas calientitas”.

Bailé hasta el cansancio durante el festival de la luna dorada, entramos gratis al Qorikancha para la inauguración de la exposición Matsés: Time Is Life y conocimos un proyecto sobre eco-yoga dirigido por devotos de Krishna.

Me encantaron las llamas

Mis amigos del Centro Cultural Harijan Mandir en el eco-yoga

Tuve la suerte de conocer Pisac, motivado por un amigo venezolano que vivía en ese lugar y me sirvió de guía. Se trata de uno de los tantos pueblitos ubicados en el valle sagrado de los Incas. Puedo decir que esas horas que estuve ahí fueron suficientes para decirme “podría vivir en este lugar”.

El tema en Pisac es la medicina sagrada, muchos llegan ahí buscando la famosa debida indígena llamada Ayahuasca y muchos también son estafados. Nunca me interesé en Ayahuasca pero me dijeron que lo mejor es tomarla en alguna comunidad amazónica y que durante un proceso de integración te la ofrecen como medicina y de forma gratuita.

Pero la gente llega con prisa y en tres días quieren sí o sí darse el viaje con Ayahuasca y pues siempre hay una gente lista que ofrece los productos que la otra gente necesita.

A mí me dieron a probar unas gotas para los ojos que se llaman Sananga, son la esencia de una planta amazónica que es usada para sanar y mejorar la vista. Como no tengo ningún problema visual no sé cómo le habrá ido.

Pues algo similar a la locura del Ayahuasca sucede con las ruinas de Machu Pichu y la montaña de siete colores. El turismo es sin duda una actividad primordial en Cusco por lo que se presta para los abusos y estafadores.

Machu Pichu está a 130 kilómetros de Cusco, la entrada al parque cuesta más de 60 dólares y se mantiene atestado de turistas que por obligación se hacen acompañar de un guía. Así que la gracia de estar cuatro horas en ese lugar sale como en $150. Para mí eso es caro y prefiero disfrutar ese dinero de otra manera. No fui y no tengo ningún resentimiento al respecto.

La montaña de colores no está tan lejos, pero lo siento por ustedes si llegan a la cumbre y hay neblina. Me explicaron que esa montaña era antes un nevado y que tras su derretimiento salieron a la luz los colores y los contaron. Yo vi muchos cerros de colores desde que salí de Huancayo, así que tampoco fui. 

Descubriendo algún rincón de la ciudad de Cusco

En Cusco comí rocoto relleno, la versión de nuestros chiles rellenos, que los venden en la calle, son baratos y deliciosos. Comí choclo con queso y trucha. Con los hare Krishna me reafirmé lo delicioso que se puede comer de forma vegetariana. Mi viaje continuó siendo más gastronómico, mi estómago y mi bolsillo estaban contentos.